Los beneficios de la Meditación Hridaya
Sentarse en la Quietud es abrirle la puerta a la eternidad del Ser. Por ello, cerrar los ojos, que inicialmente se podría ver como una retirada del mundo, se torna un despertar a la vastedad interna. La meditación Hridaya es precisamente un regreso, una vuelta al hogar, a nuestra propia esencia (y a la esencia de todo), a la viveza calma y eterna del Corazón.
La meditación no trata de dar soluciones rápidas ni de obtener beneficios o adquirir méritos. La meditación supone un compromiso con la Realidad, despojarnos de todo lo que es limitado y transitorio hasta que sólo queda el brillo puro del Ser. A lo largo de este proceso, por supuesto que también recibiremos las bendiciones de muchos regalos. Sin embargo, no hemos de perseguirlos; residen en la propia abundancia y gracia de la Vida.
Los regalos de la Meditación Hridaya
Conciencia del Ser
Como un acto consciente, la meditación incrementa de manera natural la conciencia de todas nuestras percepciones sensoriales, pensamientos y emociones. Sin embargo, en la meditación Hridaya aprendemos a atestiguar esos fenómenos fluctuantes, llevando nuestra conciencia al trasfondo de Presencia desde el que todos ellos emergen. Es como cambiar el foco de atención de las nubes pasajeras al cielo azul, infinito y despejado. A medida que se ahonda en la Quietud, la mente superficial se asienta y lo que permanece es una conciencia inquebrantable, un saber del Corazón íntimo, vasto y luminoso.
Tal actitud de atestiguamiento no implica observar únicamente. Es mucho más que un mero acto intelectual de hacernos conscientes de ciertas cosas, pues sucede con la totalidad de nuestro ser. Nos vemos absorbidos por un espacio luminoso de Presencia pura: el misterio silente tras toda forma. Las cargas que se suelen experimentar en la vida cotidiana tienden a disolverse y emerge una nueva claridad, libre de la mente condicionada. En esta conciencia, la existencia deja de ser una cadena de reacciones repetitivas para experimentarse como el fluir de la Gracia, en el que cada momento se vive desde la reverencia y el amor.
Transformación física: el poder sanador del Corazón
Más allá de la transformación mental y emocional, la Meditación Hridaya y el Hatha Yoga tienen efectos profundos en el cuerpo. A medida que la conciencia permea de manera profunda, el cuerpo responde de formas sorprendentes: se liberan tensiones, las enfermedades relacionadas con el estrés desaparecen y se activa un poder sanador innato.
Muchos de nuestros estudiantes han compartido testimonios profundos de sanación del cuerpo físico gracias al poder silencioso de la meditación, entre los cuales se incluyen la diabetes, la epilepsia, la hipertensión, el síndrome de colon irritable y el dolor crónico.
Centro
Conforme vamos desarrollando la conciencia del Corazón, nos volvemos más centrados mental y emocionalmente. Este sentido de equilibrio no es un estado abstracto ni inerte: se caracteriza por el amor y la alegría que irradian de la Conciencia Pura, lo cual traerá color a toda nuestra vida. Cuanto más nos abrimos al Corazón, más se suaviza el caos del mundo en armonía. El equilibrio se torna natural: caminamos enraizados en la Tierra y, simultáneamnete, permanecemos profundamente arraigados en la atemporalidad.
El Corazón, el Centro, es nuestro refugio, siempre aquí, esperándonos. Todo lo que necesitamos hacer es voltearnos hacia adentro y confiar en él.
La Conciencia de Unidad: disolver la separación
La Meditación Hridaya disuelve la ilusión de la separación. En las profundidades del Corazón desaparecen los límites entre nosotros y los demás. El océano no se parte entre sus olas. Del mismo modo, la Indagación de Uno Mismo apunta a esa misma realidad sagrada de la Unidad, la fuente desde la que surgen todos los seres, circunstancias, estados, momentos y movimientos vitales y a la que todos ellos regresan en última instancia.
La pregunta “¿quién soy Yo?” no se dirige a nuestro ego ni intelecto. Se trata de un asombro, de una oración, de la experiencia directa de la unidad, de la conciencia, que lo permea todo. En esta revelación, la vida se desvela como un despliegue continuo, sagrado.
Redescubrir el sentimiento puro del “Yo” (Aham Vritti)
En meditación profunda, descubrimos el mero corazón de nuestra vivacidad como verdaderos seres humanos: el sentimiento del “yo”, el propio estremecimiento sutil de la conciencia previo a todo pensamiento, emoción y sensación. Éste es más profundo que el “yo” egótico de la personalidad, ya que apunta al sentido fundamental de Ser, que no se ha visto sometido a ningún tipo de condicionamiento.
Ramana Maharshi lo denominó aham vritti: el sentimiento puro “yo soy”, antes de que se apegara a la personalidad o a la forma. Desde este espacio, la vida deja de estar guiada por la validación externa, sino que se halla enraizada en una intuición interna de la Existencia pura. Descansar aquí es regresar a la Conciencia original, a la presencia luminosa que ha sido siempre nuestro centro.
Purificación de la mente subconsciente (Nirodha Parinama)
A medida que la conciencia se asienta en el Corazón, la mente subconsciente experimenta una purificación profunda. Los patrones antiguos que dictaban nuestras emociones y reacciones comienzan a disolverse.
Como aparece en el sutra 3:10 del texto de Yoga clásico Los Yoga Sutras, tal purificación es el resultado natural de la conciencia cuando ésta descansa en sí misma. En los niveles mental y emocional, la purificación implica mucho más que mejorar condiciones tales como la ansiedad, la depresión y las conductas compulsivas. De hecho, a medida que se liberan bloqueos, traumas, emociones negativas y hábitos que no resultan útiles los niveles más profundos del alma se revelan y se puede acceder a ellos. Libres de estos patrones obsoletos, comenzamos a abrazar la frescura de la Vida, sintiéndonos abiertos a todo lo que surge en nuestro interior y a nuestro alrededor y dándole la bienvenida al Momento Presente desde la gratitud y una alegría silenciosa.
El “corazón del león”: una brújula moral que surge desde el propio interior
Cuando el Corazón Espiritual se revela, la valentía, la integridad, la humildad, la autenticidad, la lealtad y el compromiso con la Verdad, la amistad, el amor y la compasión fluyen de manera desesforzada. La verdadera moralidad no se impone, sino que emerge de manera natural desde el Corazón despierto, desde el alineamiento con la Verdad y el Amor.
En Hridaya reconocemos y enfatizamos el “corazón de león” (“coeur de lion”). Pese a haberse ignorado y olvidado en nuestro tiempo, se trata de una presencia intrépida que se mueve desde la sabiduría y la amabilidad, inamovible ante los giros cambiantes del mundo. Vivir desde esta perspectiva noble supone encarnar las virtudes más elevadas, no porque se nos impongan desde una institución o dogma, sino porque simplemente irradian como reflejo de un llamado interior, de un impulso feliz desde la esencia de quienes somos.
El florecimiento del amor y de la compasión
Conforme ahondamos en la conciencia del Corazón, el amor y la compasión dejan de ser ideales externos y se descubren como la verdadera esencia de nuestro ser. Este amor no es únicamente personal o limitado a unos pocos individuos ni dependiente de las circunstancias.
La compasión y el amor surgen de la intuición de que, en última instancia, de manera secreta, sólo hay un Corazón, de que no hay separación y de que en cada alma nos encontramos con la verdadera esencia de nosotros mismos.
Cuando la compasión y el amor florecen de esta manera en nuestra alma, comienzan a fluir sin esfuerzo, sanando y nutriendo, buscando la Perfección como el río busca al océano. Cuanto más nos entregamos al Corazón, el amor se vuelve cada vez más nuestra expresión natural, transformando relaciones, pensamientos y acciones.
La aspiración espiritual: el llamado sagrado del Corazón
A medida que nos vamos conociendo a nosotros mismos en niveles más profundos y comenzamos a percibir nuestra alma individual, denominada jivatman en la tradición yóguica, y su relación con el Ser divino, atman, surge un anhelo intenso por fundirnos con esa Perfección.
Este anhelo constituye una fuerza que nos vuelve humildes y nos eleva, una urgencia libre de la necesidad de alcanzar nuevos logros, que solo se ve satisfecho desde la entrega y la disolución.
Tal aspiración espiritual es el Sagrado estremecimiento del Corazón, spanda, en su forma más pura: el llamado silencioso que emerge desde las profundidades del Corazón. Se trata del anhelo del alma por regresar a su Fuente, por disolverse en el misterio que revela la pregunta eterna “¿quién soy Yo?”. Es un fuego sagrado que quema toda limitación de pensamiento, psique y ego en la llama del “yo” puro.
Explora la necesidad cósmica de percatación de Uno Mismo y permítete recibir la guía de la sabiduría silenciosa del Corazón.
La aspiración no pide nada personal; no desea posesiones, logros ni reconocimiento. Más bien, nos urge a soltar las cadenas de aquello que nos ata y a descubrir la libertad y la abundancia divina. ¿Vas a escuchar este llamado?
Integración: el arte de vivir desde el Corazón
Durante un Retiro Hridaya de meditación en silencio puede que tengamos experiencias cumbre que nos regalen revelaciones experienciales profundas y puede que veamos el mundo y la totalidad de la existencia con nuevos ojos. A través de la práctica, retornando de manera constante a la pregunta-asombro “¿quién soy Yo?”, comenzamos a estabilizar nuestras revelaciones y a integrarlas de manera armoniosa con desapego, conciencia del Ser y no-reactividad. Pero este camino no termina cuando abrimos los ojos. Lo que se descubre en el silencio es para que lo vivamos de manera íntima e integrada en la diversidad de nuestros días. El tema del Corazón resuena desde el cojín de meditación hacia todo momento de nuestra existencia.
Vivir desde el Corazón supone moverse en el mundo con el alma abierta, ver lo sagrado en lo ordinario, reconocer la misma presencia luminosa en cada cara con que nos encontramos. Se trata de amar sin condiciones, de caminar de manera ligera, de inclinarnos ante el misterio de cada momento.
Cada Meditación Hridaya constituye una invitación renovada: ir más allá de las ideas personales, de la lucha, de la búsqueda inquieta de la mente y regresar a lo infinito, a lo eterno, a la Quietud que nos está llamando siempre de vuelta a casa.
Con Amor,
Sahajananda
