Más allá del vacío: Un viaje de esfuerzo, presencia y gracia
En la meditación, la comprensión de que no eres la mente puede traer una sensación de un vasto vacío, un vacío que parece tragárselo todo. Mientras que solías abrumarte por pensamientos y emociones, ahora te abruma lo que sobra: su ausencia. Esa inmensa Nada es tan profunda que se traga lo familiar y se siente como una carencia. Cuando surja, no temas. Más bien, considéralo como un útero de creación y una apertura, una puerta a través de la cual brilla el Infinito.
Este vacío en sí mismo es sólo un paso, aunque importante, un umbral. Pero no es quien realmente eres: es parte de los velos de la mente. Y, la mente, con todos sus juicios y experiencias (o la falta de ellos), no es más que una serie de capas cubriendo el Ser eterno.
Por lo tanto, declarar que no eres la mente es también un pensamiento nacido de la mente, una sutil trampa en el laberinto hacia el Autoconocimiento. El vacío que encuentras es otro fenómeno de la mente. Es como un nuevo y desconocido paisaje del mundo interior que debe ser atravesado pero no confundido con la Verdad última.
Permanece inmutable, ¡el Testigo! Cada pensamiento que surja, cada revelación, cada experiencia de vacío, inmensidad o claridad, debe ser abrazada con la misma indagación persistente: en compenetración con todas ellas, “¿Quién soy yo?… ¿Quién experimenta este vacío?”. Déjate consumir por las llamas de esta indagación.
Donde el esfuerzo se encuentra con la Gracia
¿Puede la Autoindagación estar presente en el vacío mental? Sí, porque esencialmente, la Autoindagación no es simplemente una pregunta para ser formulada por/con la mente.
La mente está acostumbrada a hacer preguntas y a dar respuestas. Ahora, tu corazón conoce una quietud más profunda; en esa quietud, la respuesta es el Amado solamente.
Como un amante que no puede evitar volver a la luz de la mirada de su Amado, vuelve con toda tu alma al asombro que lo desvela todo: “¿Quién soy yo?”. Esta pregunta es el beso del Amado, que te acerca cada vez más, hasta que ningún “yo” queda, sólo el amor radiante del Uno.
A través de la Autoindagación, anhela este reconocimiento -más allá del vacío y la plenitud, más allá de las experiencias personales y los juicios- hasta que el Ser Supremo brille solamente, luminoso y libre.
En ese espacio, no hay “yo”, ni mente, ni vacío, sólo Presencia eterna, la dicha que trasciende todas las dualidades. Éste es el secreto del Corazón, la última morada de paz.
Reconoce la sutil interacción entre el esfuerzo y la gracia en el camino de la Autoindagación. Indagando verdaderamente en la naturaleza de tu ser requiere tanto el esfuerzo de volver a la Fuente, una y otra vez, como la gracia que te atrae siempre hacia dentro.
Como dijo Ramana Maharshi: “La propia búsqueda del Ser es en sí misma una manifestación de la gracia… Tu intento es vichara (Autoindagación), el profundo movimiento interior es la Gracia. Por eso digo que no hay vichara real sin Gracia, ni hay Gracia activa para quien carece de vichara”.
Como dijo Ramana Maharshi: «La propia búsqueda del Ser es en sí misma una manifestación de la Gracia… Tu intento es vichara (Autoindagación), el profundo movimiento interior es Gracia. Por eso digo que no hay vichara real sin Gracia, ni hay Gracia activa para quien carece de vichara».
El esfuerzo y la gracia son las alas que elevan el alma hacia la Verdad de la Unidad. Sin Autoindagación, la gracia sigue siendo un sueño esquivo; sin gracia, la indagación se mueve vacilante entre las sombras de la duda. La verdadera Autoindagación es simultáneamente un acto de esfuerzo y de Gracia, ya que es una práctica y una revelación, un camino y el Destino.
Deja que el fuego de tu anhelo arda brillante. Deja que el Amor del Ser, el Amado, te guíe.
Que caminemos juntos como amantes, buscadores y místicos, regresando al Uno, que nunca está lejos; ¡siempre está dentro!
Con amor y recuerdo divino,Sahajananda
