En el camino de la meditación y de la Indagación de Uno Mismo, a menudo escuchamos hablar de la necesidad de transformar nuestra mente en un instrumento apropiado para la revelación del Ser. Esto implica cultivar una mente calma, en paz, serena y luminosa, una mente capaz de mantener la concentración y caracterizada por una percepción y claridad agudas. En la tradición yóguica se la conoce como la mente sátvica.
Pero ¿cuánta importancia le damos realmente a desarrollar una mente sátvica y cómo podemos cultivarla de manera constante?
Ramana Maharshi dijo: “Cuando sattva, la mente pura y disciplinada, entra en juego, aférrate a ella y sácale el máximo partido”. A través de estas palabras concisas entendemos el papel esencial que ese tipo de mente desempeña en el camino espiritual. Este artículo emerge como una invitación a una autorreflexión profunda y al cultivo de una aspiración genuina para transformar nuestras mentes, corazones y vidas.
Profundicemos, a través de las enseñanzas de los grandes maestros/as, en las razones por las que es tan importante desarrollar una mente sátvica.
¿Por qué necesitamos una mente pura (sátvica)?
Adi Shankaracharya, el gran maestro Advaita, aboga por una sadhana (“práctica espiritual”) cuádruple para alcanzar la liberación: viveka (“discriminación aguda”), vairagya (“desapego ardiente”), shat-sampatti (“la riqueza séxtuple”): control de la mente, control de los sentidos, absorción, resiliencia, fe y meditación, y mumukshutva (“aspiración profunda por la liberación”).
De acuerdo con Shankaracharya, viveka (“discriminación aguda”) emerge de la pureza de la mente y se recomienda un enfoque gradual para lograr esta purificación mental. Decía que se ha de comenzar con la práctica de la acción altruista o Karma Yoga. A través de esta práctica, la mente se va liberando de las expectativas y del sentido de “lo mío” de manera gradual, lo cual facilita cada vez más su capacidad de concentración.
Adi Shankaracharya enfatizaba que el Jnana Yoga no se puede abordar a menos que la mente se haya purificado y cuente con capacidad de concentración. Recomendaba practicar las principales sendas del yoga en el siguiente orden: primero, Karma Yoga, que purifica la mente; después, Raja Yoga y Bhakti Yoga, que cultivan la concentración, y, finalmente, con una mente pura y concentrada, se puede acceder a Jnana Yoga.
Una mente impura, nublada por el condicionamiento, no puede percibir ni aspirar a nada elevado. Llenamos nuestras mentes con todo tipo de distracciones, viviendo en estas aguas turbias mientras creemos, de manera errónea, que representan la realidad de nuestra existencia. Ramakrishna lo ilustra con el ejemplo de una mosca en una tienda de dulces: se mueve de un dulce a otro, pero al final aterriza en un excremento. De manera similar, una mente impura oscila de manera constante entre picos y valles, entre lo bueno y lo malo, y en ocasiones entretiene pensamientos negativos durante largos períodos de tiempo.
Ramana Maharshi se hace eco de esta idea: “Sólo a la mente que ha obtenido la fortaleza interna de la concentración, la Indagación de Uno Mismo le será exitosa. Pero una mente débil será como leña húmeda en el fuego de jnana-vichara”
Cuanto más comprendemos que la mente es un mero instrumento, diseñado para ejecutar los programas que hemos implantado en ella, como un computador que ejecuta las aplicaciones instaladas, más atentos/as nos volvemos a qué tipo de “aplicaciones” habitan en nuestra mente. De este modo, podemos discernir cuáles deberíamos descartar, actualizar o utilizar con menos frecuencia. Como dijo Francis Lucille: “La mente se puede convertir en el sirviente y el amante del esplendor eterno que ilumina pensamientos y percepciones”. Ésta es la condición de la mente pura: un siervo del Corazón, un espejo pulido que refleja nuestra Naturaleza verdadera, un amante de la Verdad, un instrumento fiel para la liberación.Ramana dijo: “Los hábitos de la mente, vasanas, constituyen obstáculos que dificultan la realización del Ser”. ¿Por qué es así? Porque estos hábitos nos mantienen preocupados/as por distracciones externas, lo cual impide que nos enfoquemos en la esencia de nuestra propia existencia.
Cómo desarrollar una mente pura (sátvica)
Entonces, ¿cómo podemos alcanzar una mente sátvica: una mente calma, pacífica, aguda, clara y capaz de mantener la concentración? Se logra mediante una transformación gradual de la mente, tema central en muchas tradiciones espirituales, a la que generalmente nos referimos como “purificación de la mente”.
Swami Brahmananda dice: “Todo el mundo debe pasar por este proceso de purificación, sin excepción. No hay una autopista cómoda que nos lleve a la salvación. Primero, hemos de sintonizar nuestra mente con la Verdad. El cuerpo ha de estar sintonizado, polarizado de un cierto modo. La mente ha de estar sintonizada, polarizada de una cierta manera, y salvo que se satisfaga esta condición, al menos en gran medida, no surgirá contacto alguno con la Verdad.
Así que exploremos algunas directrices que pueden apoyarnos en este proceso de purificación de la mente.
1. Comenzar donde estamos:
Aceptar la condición de la mente
Cuando miramos atentamente nuestras mentes y analizamos su estado con sinceridad, puede que notemos que, de manera predominante, la mente muestra estados ordinarios o cambios de un estado ordinario a otro. Puede que sea tamástico: pesado, con inercia, insulso, apático, turbio, débil, depresivo, con pensamientos negativos y tendencias deprimentes. O tal vez sea rajásico: cargado de dinamismo, hiperactividad, tratando de aprehender información de manera constante, yendo de un “¿qué es lo siguiente?” al otro a la velocidad de la luz, siempre en busca de excitación o, en otras palabras, con mayor o menor adicción a la dopamina.
Por tanto, el primer paso es ser conscientes de que nuestra mente es indómita y aceptar dónde estamos: de algún modo, esclavizados a nuestros pensamientos, observando que nos sentimos tristes en respuesta a un pensamiento triste o contentos en respuesta a uno alegre. Ser realmente libres de nuestros pensamientos comienza con aceptar la existencia de tal esclavitud. En la medida en que nos dejemos llevar por el flujo constante de pensamientos, confundiéndolo con la libertad de pensamiento, no contamos con la posibilidad de liberarnos de la fábrica de producción de pensamientos y de domar y controlar la mente. Ramana Maharshi dice: “El grado de libertad con respecto a pensamientos indeseados y el grado de concentración en un solo pensamiento son las medidas para evaluar el progreso”.
Éstas son directrices claras que ofrece Ramana y que nos pueden ayudar a objetivar a nosotros mismos, mantener una dirección enfocada en nuestra práctica y evaluar el progreso que vamos realizando.
Por lo tanto, el siguiente paso es comenzar a disfrutar de cierta libertad con respecto a pensamientos y emociones indeseados, lo cual comienza con la autoobservación.
2. Observación y análisis concienzudos del contenido de nuestra mente:
Conciencia de nuestras tendencias y hábitos positivos y negativos (samskaras y vasanas)
Una vez hemos dado este primer paso, hemos de embarcarnos con valentía en la observación y análisis concienzudos de las diferentes capas de nuestra mente, tanto consciente como inconsciente.
En la tradición del budismo tibetano se sostiene que en la medida en que la mente se mantenga preocupada por asuntos mundanos, no es posible una transformación espiritual genuina. Nagarjuna, en esta tradición, identifica ocho preocupaciones ordinarias que obstruyen la dedicación sincera al camino espiritual. Se agrupan en cuatro pares: ganancia-pérdida, placer-dolor, elogio-difamación y fama-anonimato.
Por ejemplo, si la mente está predominantemente absorbida en pensamientos tales como: “¿Cuánto dinero puedo generar? O ¿cómo puedo proteger mis posesiones? ¿Cómo puedo evitar la pérdida? O ¿cómo puedo obtener más placer de la vida?, ¿cómo puedo evitar el dolor a toda costa? O ¿cómo puedo recibir más reconocimiento, estatus, elogios? ¿Cómo puedo evitar cualquier crítica y difamación? O ¿cómo puedo recibir más atención, convertirme en alguien importante? O ¿cómo puedo salir de mi anonimato, de la sensación de que nadie me ve, nadie me escucha o se da cuenta de mí?
Por consiguiente, en este proceso de observación y análisis de la mente, nos vamos a encontrar de manera consciente tanto con tendencias negativas como positivas, así como con características de nuestra mente. Esto se conoce en sánscrito como samskaras y vasanas. Nos toparemos con nuestras ambiciones mundanas egoístas, nuestras compulsiones, inseguridad, dolores, miedos, pérdidas, insensibilidad y miserias. Y asimismo, nos encontraremos con nuestras fortalezas, cualidades y virtudes. Al profundizar en este proceso, comenzamos a descubrir nuestro sistema de creencias, reconociendo tanto sus aspectos destructivos como los constructivos.
Recomiendo encarecidamente escribir tus observaciones acerca de tus tendencias y hábitos independientemente de su naturaleza: buena, mala o neutra, durante un período de tiempo prolongado, como por ejemplo seis meses. Esto te brindará mayor objetividad. Al igual que si queremos limpiar una habitación que está a oscuras, primero tenemos que prender la luz para ver con claridad las esquinas más sucias, del mismo modo, tenemos que arrojar la luz de la conciencia sobre nuestra conducta para ver con claridad dónde se necesita más atención.
3. Períodos de hacer la colada y períodos de belleza:
La determinación de purificar los patrones negativos y la determinación de acentuar los positivos
Para quienes aspiran a la realización del Ser, así como para aquellos que simplemente buscan aliviar el sufrimiento en sus vidas, es muy importante comprender que el proceso de detoxificación de la mente es lento y requiere de una fuerte determinación, perseverancia y paciencia. Al igual que emprendemos una detoxificación física y aceptamos sus aspectos desagradables y, simultáneamente, anticipamos sus beneficios, del mismo modo, hemos de comprometernos con este proceso de detoxificación psicomental. Debemos aceptar sus diferentes estadios de incomodidad y sufrimiento, mientras mantenemos la confianza en el proceso en nuestros corazones y una intuición alegre sobre sus beneficios futuros.
Hemos de adoptar lo que me gusta llamar “el enfoque de hacer la colada”: aguantar el olor de la ropa sucia mientras la lavamos con júbilo, disfrutando de la felicidad futura de vestirnos con ropa limpia. Ésta debería ser nuestra actitud: una de determinación, alegría y confianza. Independientemente del número de veces que caigamos en antiguos hábitos destructivos, hemos de levantarnos y comenzar de nuevo sin caer en la desesperanza.
El proceso de la detoxificación psicomental conlleva dos aspectos: una liberación gradual de los hábitos negativos y el cultivo constante de las virtudes tales como la generosidad, honestidad, amabilidad, tolerancia, templanza, amor, etc. Lo que en nuestra escuela denominamos “actitudes Hridaya”. Estos dos aspectos van de la mano. El proceso de liberarnos de hábitos negativos suele ser dificultoso y bastante lento; sin embargo, cada aspirante ha de pasar por él. Como dice Swami Brahmananda: “La vida espiritual es un proceso de limpieza para hacer de la mente un buen reflector de aquello más elevado”.
En nuestra escuela Hridaya, aprendemos una y otra vez a atestiguar nuestros pensamientos y emociones y, de este modo, a morar en la Quietud que, por sí misma, generala la transformación a través del cese: la disolución de los samskaras gracias al poder de la Quietud. Sin embargo, a esto le ha de acompañar la acción correcta que surge de la atención plena, de modo que se vayan erradicando los patrones destructivos que nos llevan al sufrimiento una y otra vez. Esto es lo que se denomina “atención plena aplicada”. Significa utilizar la claridad obtenida a través de la meditación para guiar nuestras elecciones, expresión hablada y conducta de forma consciente, constructiva y ética.
En términos prácticos, podemos iniciar el proceso de detoxificación con menos toxinas dañinas en la mente, de modo que vayamos confiando en que sí es posible liberar las toxinas psicomentales de manera gradual. Por ejemplo, podemos comenzar con nuestro hábito de pasarnos horas delante de la pantalla de la computadora antes de irnos a dormir, viendo contenido aleatorio, lo cual altera los patrones del sueño y afecta la calidad de nuestro sueño. Hacernos conscientes de los efectos negativos de tal hábito nos lleva a una atención plena aplicada y, en su lugar, a escuchar música relajante, meditar o leer algunas páginas de un libro inspirador en un ambiente de relajación y serenidad. De esta manera, paso a paso, podemos ir purgando las toxinas mentales de nuestro ser.
In one of his discourses, Vatthupama Sutta, the Buddha goes into detail regarding these hindrances, identifying sixteen mental defilements that one needs to purify in order to prepare the ground for enlightenment.Pero ¿cuáles son las toxinas psicomentales? Encontramos la descripción más completa en el canon budista. El Buddha habla acerca de las impurezas de la mente en muchos lugares a lo largo de varios discursos clave. Sin entrar en detalle, merece la pena mencionarlos para aclarar la dirección en la que necesitamos purificarnos en el plano individual. El Buddha nombra tres raíces de la acción no virtuosa: avaricia, odio e ignorancia. Y también define cinco impurezas mentales fundamentales, o cinco impedimentos: deseo sensual, mala voluntad, pereza y sopor, inquietud, duda. En uno de sus discursos, Vatthupama Sutta, el Buddha expone con detalle estos cinco impedimentos, identificando dieciséis impurezas mentales que se han de purificar para preparar la base para la iluminación.
Se detallan a continuación:
- Avaricia, que implica el deseo y el apego tanto a las propias pertenencias como a las pertenencias ajenas;
- Mala voluntad, que se basa en nueve tipos de aversión: aversión por las acciones pasadas (resentimiento o arrepentimiento sobre eventos o acciones pasadas), aversión por las situaciones presentes (irritación u odio hacia lo que está sucediendo ahora), aversión por los eventos futuros (miedo, preocupación u odio hacia lo que pueda suceder), aversión hacia uno/a mismo/a (auto-odio, culpa, o mala voluntad hacia uno/a mismo/a), aversión hacia los demás (odio, enojo u hostilidad hacia los demás), aversión hacia los objetos (desagrado o repulsión hacia cosas, posesiones o situaciones), aversión leve (irritación o molestia leves), aversión moderada (enojo o agitación mayores) y aversión intensa (odio o rabia muy intensos, que podrían desembocar potencialmente en acciones dañinas)
- Enojo, que incluye irritabilidad, irascibilidad, oposición, desagrado mental
- Resentimiento u hostilidad
- Desprecio o menosprecio
- Insolencia, envidia, avaricia: mezquindad, tacañería, falta de disposición a compartir
- Engaño, fraude, obstinación: rigidez, aspereza, cerrazón mental, inflexibilidad
- Rivalidad, engreimiento, arrogancia, vanidad y negligencia
El Buddha ofreció varios métodos para eliminar las impurezas. En resumen, se puede decir que la atención plena, o “la visión correcta”, salvaguardar las puertas de los sentidos, la paciencia y el cultivo de las virtudes (siendo el amor la más elevada de todas ellas) son esenciales para nuestra transformación profunda.
Ramana, con su estilo conciso, ofreció un consejo similar: “Todo lo que se necesita es abandonar los objetos del pensamiento que no sean el Ser. Meditar no es tanto pensar en el Ser como dejar de pensar en el ‘no-Ser’. Cuando dejas de pensar en los objetos externos y le impides a la mente que se externalice llevándola hacia dentro y fijándola en el Ser, entonces sólo el Ser permanece”.
También enfatizó: “La experiencia que se ha conseguido sin haber extirpado todas las vasanas no puede permanecer constante. Se ha de aplicar un esfuerzo para erradicar las vasanas. El conocimiento sólo puede permanecer inalterable cuando todas las vasanas se han erradicado”.
Maharishi: La práctica elimina los samskaras.
D: Pero los samskaras son infinitos y eternos: desde tiempos inmemoriales.
Maharishi: Esto es sí mismo un samskara. Abandona esa idea y todos los samskaras desaparecerán de una vez.
Por tanto, la práctica de la meditación, las acciones correctas que emergen de la atención plena y un cultivo constante de las virtudes ayudan a erradicar los impedimentos que nos mantienen atrapados/as en la ilusión y el sufrimiento.
4. Recordar a los maestros/as iluminados/as:
Buscar de manera consciente momentos de reunión con los amantes de la Divinidad, los amantes de la Verdad, y pedirles su guía
Dilgo Kyentse Rinpoche dice: “Nadie puede alcanzar la Iluminación sin la bendición del Buddha”. Éste es un aspecto que merece la pena entender en nuestro viaje: hemos de buscar la ayuda y guía de los/as maestros/as iluminados/as, ya sea en su forma física o sutil. Siempre están en disposición de ayudar cuando sea que solicitemos esa ayuda con sinceridad y devoción. Jesús nos lo aseguró cuando dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Esto demuestra el poder de la Gracia divina. Como dijo Ramana: “La Gracia es omnipresente. Lo que es necesario es anhelar, pedirla y buscarla con un corazón humilde y lleno de confianza”.
Como dijo Ramana: “Al permanecer en contacto con sabios realizados, ese ser humano va perdiendo gradualmente su ignorancia hasta que su extinción es completa”. Adi Shankara dijo que “en los tres mundos no hay ningún barco como el sat-sangato que nos lleve de manera más segura al otro lado del océano de samsara”.
Y Ramakrishna: “No te puedes deshacer de una dolencia sin la ayuda de un médico. Pero no es suficiente estar en compañía de personas religiosas durante un solo día. Has de buscarla siempre, pues la dolencia se ha vuelto crónica. De nuevo, no puedes entender bien el pulso a menos que vivas con un médico”.
Por tanto, encuentros con amantes de la Verdad prenderán de nuevo el fuego del corazón, el fuego de la aspiración, en el que se pueden quemar todos los velos de la ignorancia y, en última instancia, descubrir nuestra pureza primordial.
Con el deseo profundo en mi corazón de que estas directrices sencillas den sus frutos, vamos a concluir con las palabras inspiradoras de Swami Vivekananda: “Cada obstáculo es una oportunidad para hacernos más fuertes, cada desafío es un portal a nuevas posibilidades…” y “… elévate con valentía, actúa con claridad y avanza con confianza: tu camino se desplegará ante ti”.
