Experimenta la Quietud. Despierta tu corazón. Únete al Retiro Hridaya de meditación en silencio de 3 días.

El amor por la práctica

Escrito por

15 abril 2024 •

8 min de lectura

Difunde el Amor en:

El amor por la práctica

“Golpearé a Shiva en el pecho con mis flechas:
devoción y práctica espiritual,
despedidas de mi victorioso arco del conocimiento.
Tan pronto le haya disparado,
correré y agarraré esos pies, con la cabeza inclinada para tocarlos.
Ese tesoro me liberará: no más temor a la muerte”.
–Raghunath Das

La práctica espiritual es la realización del anhelo del alma; es el lustroso diamante que atraviesa capas de ilusiones. Es el tesoro de un yogui. Uno puede llegar a sentirse limitado, constreñido y sin poder, pero el milagro de la libertad ocurre a través de la práctica consciente.

Devoción en el Yoga

“Tara Ma, la devoción es el único fruto de la práctica espiritual que vale algo”. –Nilmani Patumi

La sadhana, la práctica espiritual, no es un deber sino un privilegio: una oportunidad divina para revelar nuestra esencia.

Patañjali definió la práctica como un esfuerzo orientado a ganar estabilidad en un estado en el que las fluctuaciones de la mente cesan. De este modo, se revela el Observador, la Conciencia Testigo. Por lo tanto, no importa cuán sofisticadas sean nuestras técnicas o asanas, seguir estrategias arraigadas en el ego no puede, por definición, considerarse práctica de Yoga.

Cuando la Indagación de Uno Mismo toca nuestra naturaleza profunda, la calidad de nuestra práctica espiritual se transforma. Entramos en un estado de gracia en el que el tiempo y el ego se disuelven gradualmente, en el que ya no hay un “yo” que se aburra, ni un “yo” que se impaciente.

De esta manera ocurre un milagro: descubrimos nuestro amor por el Yoga. La práctica trasciende la mera disciplina y se convierte en un acto de devoción. Se vuelve como una ofrenda, una oración sin palabras, susurrada en el lenguaje silencioso y vibrante del alma. Con el tiempo, se convierte en una consagración de todo nuestro ser a lo Divino.

¿Cómo se relaciona el Bhakti Yoga con el amor por la práctica? Empezamos a sentir devoción no necesariamente por una deidad sino por el resplandor divino interior, por quienes somos, la luz de la Conciencia.

El propio amor que anima al Universo es el amor que nos llama a despertar a la Verdad. Cuando nos percatamos de esto, la práctica ya no es sólo un esfuerzo mecánico o un medio para alcanzar una meta personal, sino simplemente una expresión relevante de este amor. La práctica espiritual consciente y significativa unifica de manera natural el viaje con el destino, el camino con el regreso al hogar.

Nuestra vida es una historia de amor con lo Divino, con el Ser Supremo; la práctica espiritual realiza y hace palpable esta máxima intimidad a través de momentos dichosos.

Imagina tu corazón bien abierto y tu alma ardiendo de amor. ¿Cómo se transformaría tu práctica con semejante experiencia? Momentos de quietud, las asanas, el sonido sutil (el nada), recuerdo de Uno Mismo (“¿quién Soy yo?”) y, en última instancia, cada respiración comienza a hacer eco de las cualidades edificantes del alma: la práctica se convierte en un abrazo mutuo con el Amado.

Khalil Gibran aseveró: “El trabajo es el amor hecho visible”. Esto es particularmente cierto para el trabajo espiritual. Nuestra práctica, que es una forma de amor, se convierte en el puente entre la personalidad, el sentido del “yo” puro y el Ser Supremo.

Y en este embeleso resuena una pregunta: “¿quién Soy yo?”

La práctica de Yoga centrada en el Corazón

A menudo, buscamos arraigarnos. Podemos decidir comer más alimentos, realizar más actividades físicas o involucrarnos en objetivos mundanos. Pero, dado que la Conciencia, no la materia, es el “fundamento” último de la existencia, es allí, en el Corazón Espiritual, la Conciencia Testigo, donde nos convertimos en el verdadero eje de nosotros mismos y del mundo. Cuando nos convertimos en peregrinos en el viaje hacia Hridaya, el Centro, el alma se despliega como un loto a la luz del sol de la Conciencia. Comienza a arraigarse no en lo fugaz sino en lo eterno; no en lo exterior, sino en lo interior; no en ilusiones, sino en la Verdad.

El camino de Hridaya Yoga es recorrerlo en libertad con el entusiasmo y la pureza de un niño y con la sabiduría y dedicación de un sabio. Tal viaje puede comenzar con la fisicalidad de las asanas, pero al volverse cada vez más refinado, se convierte en una odisea hacia las profundidades del Espíritu Supremo.

Y en este embeleso resuena una pregunta: “¿quién Soy yo?”

Más allá del éxito o el fracaso

Estar verdaderamente arraigados significa que nuestro estado interior permanece inquebrantable ante lo que el mundo llama éxito o fracaso. La fuente de la serenidad y de la fe irradia del Corazón. Allí, la flor de la práctica prospera en el rico suelo de la intención pura, la confianza y el amor incondicional, al margen de los juegos confusos de la mente que duda.

Tendemos a llevar con nosotros el equipaje de las ambiciones mundanas, el reflejo condicionado de medir nuestras vidas en términos de logros y fracasos. Debido a esto, incluso en la práctica espiritual, seguimos atados a la danza caótica de las emociones, a la tiranía de los juicios y reacciones de la mente ante las circunstancias. El viaje hacia el Corazón es de otra naturaleza. En él, las contradicciones y luchas se disuelven en la inmensidad del Eterno Ahora.

Esta comprensión brinda mucha libertad. Liberados del peso de las expectativas, abrazamos la práctica con alegría, sin apego y con el corazón abierto. La práctica se vuelve como flotar a través de un océano sin orilla: expansión, emoción y entrega.

Lo que solía considerarse un fracaso se convierte en un maestro, un amigo disfrazado con la apariencia de un desafío, que nos invita a perfeccionar nuestra comprensión, ser testigos de la situación y nuestras reacciones ante ella, y cultivar la resiliencia y la compasión por el prójimo y por nosotros mismos. Del mismo modo, lo que solíamos percibir como éxito se convierte no en un motivo de orgullo egoico sino en una humilde ofrenda al altar de lo inefable, una confirmación que nos anima a continuar con aún mayor entusiasmo, gratitud y embeleso.

No existen pensamientos ni preocupaciones en la práctica auténtica, ya que la mente divaga menos en las preocupaciones del tiempo y las circunstancias: cuánto, cuánto tiempo, qué tan bueno… Tales preguntas se vuelven insignificantes cuando comenzamos a sentir que cada momento dedicado de todo corazón a la práctica es un paso más cerca del Amado, de la propia esencia del amor, de la propia vida.

Además, no nos corresponde a nosotros determinar o juzgar los frutos reales de nuestros esfuerzos. Simplemente nos hace felices practicar por el bien de la propia práctica, con pura intención y humildad, en el espíritu del Karma Yoga, donde cada acto es una ofrenda libre de cualquier apego a los frutos que pueda dar.

Esto no significa que abandonemos la aspiración de trascender los límites o la disciplina de la meditación. Más bien, realineamos constantemente nuestros esfuerzos con conocimientos nuevos y más profundos del Corazón a través de la Indagación de Uno Mismo.

Las medidas relativas de logros u obstáculos mundanos no pueden cuantificar el dominio del Corazón Espiritual.

Una práctica fructífera reside en nuestra capacidad de estar presentes y ser conscientes de Uno Mismo, de descubrir lo sagrado dentro de lo mundano y de aceptar el momento presente como un regalo.

Encarnando la naturalidad

Cuando nuestra práctica se deshace de cualquier pretensión o esfuerzo por ser algo distinto de lo que realmente somos (Presencia Pura), encarnamos la naturalidad, el sahaja.

Posteriormente, nos entregamos pacíficamente al misterioso desarrollo de nuestro destino, con la intuición interior y la fe total en que nos guía una gracia que trasciende la comprensión racional. La entrega brinda la libertad de ser nosotros mismos, de practicar verdaderamente mientras celebramos sin temor la belleza ilimitada de la existencia.

El Tapas

El tapas es el calor ferviente del ardor espiritual a través del cual el alma se eleva y purifica.

En cualquier esfuerzo apasionado no hay sólo esfuerzo sino gracia ya que este fuego es propiamente el espíritu. En el Shivasutra (1:5) se menciona: “Udyamo bhairavah”: este ímpetu, este anhelo es Shiva, el Supremo; toda vez que sentimos ese ardor puro e intenso en nuestro corazón, Ése es Dios. El feroz anhelo de fusionarse con el Amado, la pasión que aviva nuestra práctica, es en sí misma la Esencia Universal Suprema.

Experimentamos el fuego del tapas cuando nos sentamos a meditar y el Corazón está plenamente vivo y vibra con intensidad, cuando todo nuestro ser vibra con entusiasmo y alegría, cuando se nos eriza el pelo de agudeza espiritual, cuando sentimos que ningún obstáculo podría impedirnos esta confianza y unión…

Esta llama sagrada interior también puede cultivarse. Se aviva con una humilde perseverancia, por un profundo amor y compromiso con la práctica misma. Este fuego enciende la misteriosa unión entre el buscador y lo buscado, la pregunta y la respuesta. Cuando nos preguntamos decididamente “¿quién Soy yo?”, el calor disuelve las ilusiones que ocultan nuestra Verdadera Naturaleza.

En la tradición sufí, se compara al buscador con una polilla atraída irresistiblemente por una llama. Sentimos atracción hacia la luz de la Conciencia, felizmente dispuestos a ser consumidos por el fuego del Amor divino. La única manera de conocer la luz es convertirse en luz.

La sinceridad

Los auténticos actos de tapas no tienen que ver con la severidad del ascetismo sino con la pureza de la intención y la devoción. Esto significa meditar con la alegría de un niño que entra en un jardín de maravillas, lo que aporta entusiasmo y sinceridad a la práctica.

¿Cómo puede el tictac de un reloj medir el tiempo que uno pasa en el abrazo del Eterno? La sinceridad se manifiesta cuando reconocemos nuestra Verdadera Naturaleza y el esfuerzo lo abarca todo. ¿Qué es la conciencia de Uno Mismo? Es el Corazón conociéndose a sí mismo de todo corazón.

El abhyasa y el vairagya

El abhyasa consiste en la dedicación y el compromiso de volver a la práctica, a la meditación con un corazón que anhela abrirse, conocerse a sí mismo y abrazar la Quietud.

El vairagya es el arte del desapego, la gracia de entregarse al fluir de la existencia con la confianza de una hoja en un arroyo. No profesa un desapego de las cosas sino de los valores falsos.

En Hridaya Yoga, a través del abhyasa, la práctica constante de la conciencia de Uno Mismo, comenzamos a tener vislumbres de la perfección eterna, de lo sagrado que somos, el Ser Supremo. Además, para profundizar y estabilizar nuestra fe en las nuevas revelaciones que surgen en la meditación, se necesita el vairagya, el desapego, para desarraigar viejos paradigmas, miedos e identificaciones subconscientes.

El abhyasa es como el flujo constante de un manantial que encuentra por primera vez su camino hacia el océano. La fuente ni siquiera sabe de la existencia del océano, pero confía en el llamado del valle; el vairagya es como la sabiduría de aprender de los obstáculos y evitar direcciones engañosas. Son las estrellas gemelas que iluminan la búsqueda espiritual.

El alma encuentra su ritmo genuino en su sinergia y delicado equilibrio, latiendo en armonía con el canto universal.

Con el tiempo, descubrimos que la práctica y el desapego no son tareas que deban ejecutarse sino expresiones sin esfuerzo del mismo reconocimiento, una especie de sentido común espiritual.

La verdadera esencia del Yoga trasciende los límites de la práctica formal. El Corazón comienza a irradiar amor y fe en la Unidad, cambiando radicalmente la forma en que nos vemos a nosotros mismos y nuestra vida diaria. Cuando cada acto es un gesto de amor, cada palabra un susurro de bondad, ésta es una práctica espiritual que lo abarca todo.

Y en este embeleso resuena una pregunta: “¿quién Soy yo?”

Consejo práctico

La práctica nunca debe ser un acto mecánico. Siempre se debe comenzar con una consagración o designando la pureza de tu intención. Además, debes contemplar:

  1. El significado de la propia práctica.
  2. Quién eres en relación con esa práctica.

Trata siempre de descubrir el significado cósmico, arquetípico y más profundo de tu práctica; estás embarcándote en un viaje espiritual precisamente para recordar, y no olvidar, el Corazón Espiritual y la Actitud Testigo. Cuando te sientas a meditar, no es un cuerpo el que medita, sino la propia Conciencia.

Como Dogen explicó, al meditar entras en un flujo de práctica pura y continua, que trasciende la oposición entre yo y el prójimo. Esta práctica arquetípica que continúa para siempre es la propia realización…

Cultivar la gratitud

La práctica que carece de sentido de gratitud aún no ha madurado y no puede ser edificante. La falta de gratitud muestra que nuestra única dependencia está en el ego o en sus expectativas incumplidas. La propia gratitud por la práctica es la característica de una persona consciente de sí misma y, por lo tanto, plena consigo misma, sin importar cuán difíciles o desafiantes puedan parecer las circunstancias.

Sentir insatisfacción frecuente es autosabotaje; es como verter veneno en el alma, sugiriéndonos lo insatisfactorias, dolorosas y restringidas que pueden ser nuestras vidas. Al contrario, la gratitud es un potente remedio para nuestras limitaciones. La gratitud puede y debe cultivarse. Se vuelve como el suelo a partir del cual nuestra práctica se profundiza. Cada momento que uno pasa en comunión con lo Divino se celebra como un regalo, una gracia otorgada. La meditación no es una tarea a cumplir, sino un agradecimiento sincero por este sabor sagrado de reconocernos a nosotros mismos. La conciencia genuina de Uno Mismo se siente como una inmersión dichosa en un océano de néctar, amrita, ya que la dicha es un sorbo de nuestra Verdadera Naturaleza.

Por la conciencia de Uno Mismo, en este momento, estamos muy agradecidos. Ahora. Sin preocupaciones, sin mente, sólo conciencia del Ser… ¿Y cómo expresamos tal gratitud? A través de un anhelo cada vez más profundo de conciencia de Uno Mismo, “¿quién Soy yo?”

Difunde el Amor en:

Programas que te pueden interesar

El Divino masculino

3 días

The Awakened Masculine Intensive

An Initiatory Retreat for Men on the Art of Masculine Embodiment, Honest Brotherhood, Inner Work,
and Spiritual Depth...

Próximas fechas:

19 agosto al 
22 agosto de 2026
Longeval,
Francia
Presentado en
inglés

El Divino femenino

5 días

Womb of the Heart

A 5-Day Inner Pilgrimage of the Embodied Feminine...

Próximas fechas:

12 enero al 
16 enero de 2026
Mazunte,
México
Presentado en
inglés