La sublimación

El refinamiento de la energía

La sublimación, un movimiento interior de energía

La sublimación es una transformación en la naturaleza o en la cualidad de la energía. Representa el movimiento interno de energía a través del cual ésta se refina o se transforma en una forma superior con una frecuencia elevada. Este movimiento de energía progresa nivel a nivel (de un chakra al siguiente superior, ascendiendo progresivamente de esta forma) o de manera directa de un chakra inferior a otro superior. También puede suceder a nivel del mismo chakra, en este caso aportando refinamiento y sutileza a esa energía.

Este proceso implica la modificación de la frecuencia de las vibraciones de la energía inicial. Por ejemplo, a través de la sublimación, la energía sexual reprimida se dirige a otros aspectos no sexuales de nuestro ser, como nuestra vitalidad general o al dominio psicológico, mental o espiritual.

Un cambio de frecuencias

La sublimación se puede comparar con lo que ocurre con la energía generada por una central eléctrica, que luego es transportada por cables y transformada a través de una amplia gama de fenómenos y procesos (calor, sonido, luz, magnetismo, etc.). De la misma forma que las líneas de alta tensión transportan energía eléctrica para ser utilizada según sea la necesidad, la energía sexual se transporta a los diferentes niveles de nuestro ser a través de los nadis (los canales energéticos).

A través del proceso de sublimación, un tipo de energía se transforma en otro tipo de energía con una frecuencia vibratoria diferente (generalmente más alta). Por ejemplo, el movimiento de la energía sexual a través de los nadis genera muchos fenómenos que corresponden a nuestro punto de atención e intención durante un acto sexual. De esta manera, si controlamos nuestra energía sexual durante el acto sexual y concentramos nuestra atención en el Centro del Corazón, comenzaremos a sentir apertura del corazón, inmersión en el Amor Puro, expansión eufórica, calidez en la zona del pecho, pérdida de la percepción del contorno del cuerpo y el spanda (el Sagrado Estremecimiento del Corazón).

Por lo tanto, el impulso erótico-sexual se sublima y la energía resultante se expresa en otro nivel superior de experiencia.

Sublimar la energía sexual en amor

La sublimación de la energía sexual no requiere necesariamente hacer el amor. En la Philokalia, San Calixto (uno de los Padres del desierto) nos aconseja “convertir la energía sexual en amor”. Esta recomendación simplemente significa transformar la energía sexual en otra forma de energía a través de la conciencia, la voluntad y la aspiración. Este acto de sublimación libera de esta manera cualquier posible tensión provocada por la energía sexual y genera efectos transformadores.

Dos formas de sublimar la energía

La energía se puede sublimar mecánicamente, a través del Hatha Yoga o mediante la conciencia en el Corazón.

  1. Hatha Yoga: por medio de técnicas como el bandha uddiyana, asanas invertidas, etc. Aunque este medio de sublimación puede brindar una rápida liberación de tensión, sin una práctica sistemática no brindará un cambio esencial en la conciencia. Mientras las energías o los estados mentales no se recojan en el resplandor de la Presencia Pura, cualquier transformación permanecerá en el nivel individual y estará gobernada por intenciones inferiores basadas en el ego. Este tipo de cambio no permite un salto vertical de crecimiento espiritual como el de la esfera de la conciencia individual a la Presencia Pura.
  2. Indagación de Uno Mismo: al desprendernos de la identificación con esa energía y, por tanto, al sublimarla de manera natural en el spanda. Cuando abrazamos una emoción y la acogemos con una atención libre de patrones mentales o de reactividad personal, su energía se transforma naturalmente. La sublimación se aviva por el atanor (el horno) alquímico del Corazón. Esta es la forma más natural de sublimar las energías y emociones individuales.

Morar en el “yo” puro

En Hridaya Yoga, la sublimación supone la conciencia del Corazón Espiritual, del “yo” puro:

  • al tiempo que la propia experiencia sucede (una especie de intuición de la quietud que permanece en el trasfondo);
  • cuando se revela naturalmente al final de un pensamiento, emoción, sensación, etc. (en ese momento la quietud no es solo el trasfondo, sino el propio “contenido” de la conciencia).

A medida que aparecen los pensamientos, las emociones o las sensaciones, aceptamos lo que esté allí sin rechazarlos, luchar o identificarnos con ellos y mantenemos la conciencia del trasfondo del Corazón Espiritual. Cualquier control, cualquier cambio, transformación, sublimación de energía, pensamiento, emoción, etc., si es necesario, vendrá sin una lucha personal del impulso íntimo del Corazón Espiritual.

Esta puede ser una actitud completamente nueva para nosotros y, al principio, puede parecer poco común o difícil. Sin embargo, esto no se debe a que sea antinatural, sino a un prolongado condicionamiento a identificarnos con una existencia “superficial”, un mundo de meros estados de ánimo, pensamientos y emociones.

La sublimación y la transmutación

En Hridaya Yoga, definir los términos de transmutación y sublimación es una forma de comprender mejor las transformaciones internas que aparecen en la práctica de brahmacharya (abstinencia espiritual o continencia sexual) y en las prácticas de Hatha Yoga en general.

En el contexto del Yoga, estos términos tienen una connotación ligeramente diferente a cuando se usan en alquimia, psicología o física. Cuando nos referimos a fenómenos basados en cambios físicos internos, nos referimos a “transmutación”. Cuando nos referimos a cambios energéticos que no son causados por una transformación física o material, nos referimos a la “sublimación”.

Un proceso espiritual esencial que aparece en Hridaya Yoga, especialmente a través de la Indagación de Uno Mismo, es la sublimación del dolor. Ocurre cuando abrazamos el dolor, no solo desde una perspectiva personal, sino también desde la Quietud de la Conciencia Testigo.

El poeta y maestro sufí Rumi enseña que es posible utilizar las intensas energías del alma (incluso la tristeza, el dolor y la angustia) para liberarnos de la identificación con el ego y entregarnos plenamente al Corazón Espiritual. De hecho, describe esto como la propia esencia del sufismo:
“A un jeque se le preguntó: ‘¿Qué es el sufismo?’
A lo que respondió: ‘Sentir gozo en el corazón cuando aparece el dolor’”.

No hay nada personal en el dolor

En Hridaya Yoga, desarrollamos una intimidad con “lo que es”, sin compararlo con “lo que debería haber”. Por lo tanto, el énfasis no está en “corregir” algunos errores o luchar contra los “pecados”, sino en una conciencia intuitiva de nuestra naturaleza divina, del Corazón Espiritual.

El Corazón Espiritual es la expresión o la “dimensión” de la Perfección de nuestro ser, de la existencia en general.

Este es el significado de la sublimación en Hridaya Yoga. Por lo tanto, la transformación ocurre espontáneamente porque está respaldada por el poder, la sabiduría y la luz del Infinito dentro de nosotros.

Hablando sobre la naturaleza del dolor humano y la actitud correcta hacia él, es decir, con la que nos liberamos de las reacciones personales, Eckhart Tolle afirmó:
“No hay nada personal en el dolor físico humano. Simplemente es una intensa presión o una intensa energía que sientes en alguna parte del cuerpo… Observa qué ocurre cuando dejas que la sensación sea”.

Una vez más, la clave es la conciencia del Corazón Espiritual, la conciencia de quiénes somos realmente:
“Cuando no eres consciente de la esencia interna, al final, siempre acabas sintiéndote desgraciado. Es así de simple. Cuando no sabes quién eres, te fabricas mentalmente un yo que sustituye tu hermoso ser divino, y te apegas a ese yo temeroso y necesitado. Entonces la protección y potenciación de ese falso sentido del yo se convierte en tu principal fuerza motivadora”. –Eckhart Tolle, La quietud habla, New World Library, 2004, Trad. Miguel Iribarren.

Cuando mantenemos nuestra conciencia en el Corazón Espiritual, nuestras transformaciones individuales se sincronizan con las transformaciones cósmicas.

Por lo tanto, dejamos los “cambios de estado” en nuestra psique y mente y pasamos a las “transformaciones sincronizadas”. Llegamos a sentir la pulsación de los ritmos cósmicos en nuestro ser.

La celebración del flujo creativo de la vida

En relación con el significado de la sublimación, Daniel Odier afirmó:
“Al yoga físico debemos agregar un yoga del acompañamiento interminable de todo brote de regreso a su origen. Esta es quizás la parte más importante de nuestro trabajo. Se fundamenta en la percepción de que todo surge de la tranquilidad y vuelve a ella después de un viaje sensorial, emocional y mental”.
–Daniel Odier, Yoga Spandakarika, Inner Traditions, 2005.

De esta manera, descubrimos una actitud diferente en la que la conciencia del Corazón Espiritual acompaña cualquier energía, sensación o estado mental. Todo esto se experimenta en el trasfondo de la quietud inherente al Corazón Espiritual. Esta es la tranquilidad y la pureza del spanda. En las experiencias cotidianas, ignoramos este trasfondo, permaneciendo siempre en la superficie de una agitación continua de estados mentales, pensamientos, estados de ánimo, sentimientos, emociones, sensaciones, etc.

A medida que interiorizamos esta actitud, nos volvemos más y más conscientes del spanda, el Sagrado Estremecimiento del Corazón Espiritual. Por el poder revelador de este Sagrado Estremecimiento nos damos cuenta de que nuestro ser está colmado de energías divinas. Todas son expresiones puras de nuestra esencia suprema, el atman.

A esta profunda comprensión le siguen naturalmente la aspiración de expresar y celebrar, en libertad y alegría, el flujo creativo de la vida a través de nuestra práctica de yoga y en toda nuestra vida a partir de ello.

De esta manera, tanto las meditaciones para la revelación del Corazón Espiritual como las sesiones de Hatha Yoga se convierten en una ofrenda consagrada de nuestra conciencia individual y de nuestras energías al divino amor universal y la belleza del Espíritu.

Las transformaciones de la energía de las emociones

A través de la sublimación, el miedo se transforma de forma alquímica en confianza o en valentía y la tristeza en alegría o compasión. Esto sucede sin ningún esfuerzo, simplemente como consecuencia de la conciencia del Corazón.

Todo puede fluir de forma natural y la mayoría de las veces no hay patrones preestablecidos. Por ejemplo, no es necesario que el miedo se sublime convirtiéndose en valentía. También puede sublimarse convirtiéndose en una sensación de liberación o alegría. En resumen, lo más importante no es el contenido “positivo” de la conciencia, sino la conciencia continua del trasfondo de la Quietud, del Corazón Espiritual.

La propia sublimación constituye un proceso en el que la energía transformada y sublimada surge como resultado de las fuerzas vectoriales de nuestras tendencias y ecos de experiencias de vida íntimas. En ocasiones, como resultado de la actitud de la Conciencia Testigo, la energía de las emociones, sensaciones o pensamientos se absorbe en sí misma como una energía pura. Se disuelve en una energía “sin un objeto”, en el Sagrado Estremecimiento o en el spanda.

Las “llamas del corazón” y la sublimación

Cuando una emoción se expresa y luego vuelve a la quietud del Corazón, ya no deja atrás los rastros y residuos habituales que forman los samskaras. Es solo la reacción personal de atracción o repulsión la que genera residuos subconscientes en la mente tras la expresión de una emoción.

Como efecto de esta neutralidad, se produce una expansión de la conciencia. Es una expansión espiritual en la que la vibración sagrada del Corazón, las “llamas del Corazón”, procesan esa sensación o emoción en particular y la llevan, metafóricamente hablando, a un estado de “incandescencia”. Después de eso, la sensación o sentimiento, en su forma individual, se disuelve en una energía pura, no personal y luego en el espacio infinito del Corazón Espiritual, la Conciencia Pura.

Al igual que en un fuego sacrificial, el spanda disuelve todas las ofrendas que recibe en la quietud infinita de la Conciencia Pura.

Este proceso alquímico supone la forma práctica en que pasamos de la dualidad a la Unidad. El advaita (la no dualidad) no es solo una filosofía teórica, es una visión que se puede vivir. La no dualidad se “practica” cada vez que nos damos cuenta de cómo un pensamiento, emoción, sensación, sentimiento, etc. se disuelve en la quietud.

Para que esto suceda, de hecho, no hay nada que “hacer”. Simplemente permanecemos conscientes del Corazón Espiritual, el trasfondo de Realidad que irradia amor y gratitud. Podemos percibir que el spanda permanece luego de abandonar la intención personal, el control basado en el ego y el deseo de controlar u obtener un sentimiento o experiencia al verlas simplemente como estrategias ineficaces e inútiles. Son reemplazados por la inmutable y radiante llama de la Atención abierta, libre de toda reactividad.

Abrirse a la vibración pura del spanda significa dejar de enfocarse exclusivamente en cualquier objeto en particular y reaccionar personalmente a éste. Con la conciencia del spanda, es como si el deseo, la sensación y el pensamiento (cualquier actividad psíquica y mental), de manera repentina, dejaran de tener objeto o forma. Existen sólo como vibración. La energía respectiva, el deseo por ejemplo, se convierte en la propia Atención Abierta y, por lo tanto, se funde en la quietud del Corazón Espiritual.

 

Conoce más acerca de la sublimación en el Retiro Hridaya Yoga: Módulo 1 Intensivo.