La visión de la
Comunidad Hridaya Yoga
“Descender con la visión y ascender con la conducta. Es indispensable
practicar ambas como una sola”.
–Padmasambhava
Una comunidad espiritual fundada en las enseñanzas del Corazón
La razón que subyace al Proyecto de Comunidad Hridaya es la aspiración de crear mejores condiciones para que más y más personas revelen su verdadera Naturaleza: el Corazón Espiritual.
Muchas escuelas de Yoga y meditación se centran fundamentalmente en los aspectos técnicos de la práctica. A menudo, las formas en que las técnicas reverberan en la vida diaria se ignoran debido a la dificultad de inspirar y enseñar a las personas en situaciones de la vida real. Esto se puede realizar de forma mucho más sencilla en una comunidad espiritual.
Sin embargo, en las comunidades espirituales en las que se carece de enseñanzas y prácticas formales puede haber ciertas limitaciones.
Es cierto que a las personas les gustan las comunidades agradables en las que se puedan “sentir bien”, compartiendo las mismas aspiraciones, principios, ideas, etc. Sin embargo, incluso en esas condiciones puede existir el riesgo de estancarse en un plano horizontal, sin suficiente dinamismo espiritual ni eficacia. Este problema se puede solventar fácilmente si se ofrece un apoyo a través de una práctica habitual, como el que se enseña en una escuela de Yoga y meditación.
Por tanto, una escuela de Yoga y meditación (las enseñanzas y prácticas espirituales) y una comunidad espiritual han de constituir las dos alas de un pájaro. Se apoyan y equilibran la una a la otra para aportar una transformación espiritual real.
La Comunidad Hridaya constituye el marco desde el que se estimula que las personas tengan una práctica espiritual tanto formal como informal, tanto de forma colectiva como de forma individual.
En términos de transformación individual, se pueden establecer fundamentalmente dos perspectivas:
- La mejora de la personalidad (convertirse en una mejor persona).
- La destrucción del ego (trascendiendo los patrones personales) y la revelación de la verdadera Naturaleza del Ser.
Pese a que estas dos perspectivas no se excluyen necesariamente la una a la otra, pueden existir entre ellas notables diferencias.
La Comunidad Hridaya se orienta hacia el segundo tipo de perspectiva (que, de forma natural, conlleva asimismo una mejora consciente del propio comportamiento). Por tanto, el énfasis no se sitúa en mantener “agradables” interacciones sociales, sino en fomentar valores internos, la Indagación de Uno Mismo, la quietud, el amor, la alegría. Esto otorga el apoyo necesario para afirmar y compartir profundas aspiraciones internas de diversas formas.
No buscamos traer la espiritualidad a nuestra vida diaria. Esto significaría que la espiritualidad no es más que un anexo, un dispositivo que se enchufa a otro, y que la vida diaria es lo realmente importante. Sin embargo, reintegramos la vida diaria en la espiritualidad. El océano contiene las olas, no viceversa.
Consideramos que una auténtica comunidad espiritual debe asentarse en un núcleo de personas en las que profundos valores espirituales ya están presentes, debido a una madurez espiritual interior y a que ya se han producido hondas transformaciones.
Para cultivar la Indagación de Uno Mismo, el amor y una conciencia constante del Momento Presente, se requiere madurez espiritual, un nivel de conciencia diferente que constituye el trasfondo sobre el que se desarrollan las relaciones en la Comunidad Hridaya.
Si los miembros más experimentados de la comunidad (profesores y equipo administrativo) actúan de forma natural con el Corazón abierto, comprenden profundamente la actitud del Karma Yoga, son honestos y humildes, tienen la disposición de ayudar y servir y meditan y practican Yoga de forma regular para evitar volverse apáticos o indiferentes, entonces el núcleo viviente de la comunidad resplandece. Pueden actuar como catalizador e inspiración para todas las demás personas de la comunidad. Pueden constituir los ejemplos vivientes del hecho de que los paradigmas y prácticas que se desarrollan son válidos. Y, de este modo, pueden suponer una inspiración para que otras personas vivan de este mismo modo.
Características de la Comunidad Hridaya
- Nos respetamos mutuamente más allá del papel que cada quien desempeñe, apreciando los dones que cada persona puede aportar, alentando la belleza y el poder creativo inherente que reside en cada alma. De este modo, el amor real puede crecer.
- Estimulamos la espontaneidad, la cual otorga libertad, frescura y un carácter dinámico a la escuela y a nuestras relaciones.
- Somos inclusivos. En tanto que exista una verdadera aspiración por la transformación, incluso personas con problemas morales y psicológicos son también bienvenidas. Ya se ha demostrado que la comunidad es un entorno propicio para que personas con traumas y bloqueos psicológicos puedan sanar. Pero, para constituir tal soporte, la comunidad en su conjunto ha de ser suficientemente sólida en su capacidad para irradiar compasión y equilibrio.
- Incorporamos el entusiasmo a nuestra vida. Tanto el sentido del trabajo como el de la práctica se concentran no sólo en la cantidad, sino en la cualidad, y, por tanto, la conciencia, la inteligencia, el amor y la creatividad están presentes. Una comunidad se arriesga a padecer una rápida degeneración si sólo se concentra en la cantidad y asume un estilo tipo franquicia en el que se ignoran las especificidades.
- En la Comunidad Hridaya, el brillo del Corazón es la única autoridad. La autoridad temporal que otorga un papel administrativo fluye desde esta comprensión, desde este amor. Y el amor constituye la autoridad suprema.
- Tenemos la profunda convicción de que una educación significativa ha de emanar del amor. De este modo, las personas “aprenden” humildad, honestidad y la perspectiva no dual de la meditación y el Hatha Yoga porque la aman.
Paradigmas y principios de la Comunidad Hridaya
- Afirmación de la Conciencia de Unidad en la vida diaria. (Esto significa que esencialmente sólo existe el ámbito del Corazón. Una verdadera comprensión de este principio nos permite aplicarlo a todas nuestras actividades).
- Vivir con el Corazón abierto: apertura que se manifiesta tanto a nivel interno como externo.
- Cultivar el trasfondo de la Quietud de nuestro ser: constituido por el Conocimiento Verdadero, el jñana, que es asimismo el brillo del Amor, la bhakti.
- Aprender juntos, de forma continua, como estudiantes y profesores, para trascender cualquier rol. Aquí no estamos aprendiendo a asumir un nuevo papel o posición, sino a ir más allá de éste.
- Cultivar las Actitudes Hridaya de forma natural: intencionalidad pura, amor, humildad, valentía, generosidad (caridad), bondad (amabilidad, perdón), sinceridad (honestidad, autenticidad), paciencia (tolerancia, contención), perseverancia (diligencia, disciplina), aspiración, gratitud, entusiasmo (alegría), sabiduría y compasión.