Centrarse en el Corazón Espiritual

El enfoque en el Corazón Espiritual es una práctica fundamental. Se trata de una técnica espiritual simple y directa que se practica en el Sufismo, Cristianismo y Judaísmo.

La naturalidad del enfoque consituye en sí misma una garantía de una transformación interna armoniosa. Es de gran utilidad practicar esta técnica de forma constante y con fe en su eficacia.

La inmersión en el Corazón, empleando el Método de Ramana Maharshi, nos ayuda a traspasar la barrera del sentimentalismo, del nerviosismo y de los apegos personales. Esto constituye un paso importante hacia la revelación de nuestra naturaleza divina. El efoque en el Corazón Espiritual constituye una actitud esencial que, practicada de forma regular, comienza a reflejarse en nuestra forma de «ser».

La esencia del Método de Ramana Maharshi

Ramana Maharshi sintetizó su Método de la siguiente manera: «Aquello que es esencial en cualquier sadhana (práctica) es intentar traer de vuelta a la mente agitada y arreglarla en una sola cosa. ¿Por qué, entonces, no habría de ser traída de regreso y arreglada en su Auto-atención (en esta noción del “Yo”)? Eso en sí mismo es Autoindagación (atma-vichara). ¡Eso es todo lo que hay que hacer!». Sri Sadhu Om, El camino de Sri Ramana, vol. I (Sri Ramana Kshetra: Tiruvannamalai, 1997).

Así, Ramana Maharshi establece de forma lógica un hecho esencial; sin embargo, desafortunadamente, no muchos lo comprenden. Fundamentalmente, declara que el propósito de la meditación no es fijar la mente en un objeto; si no, mejor que en cualquier objeto externo o interno (como la respiración o un chakra), enfocar la mente en un objeto bien particular, el íntimo sentido del «Yo». Ésta debería ser la verdadera fuente de nuestra atención.

La meditación en un objeto nos mantiene en la dualidad de:

  • «Yo», el sujeto que conoce, y
  • «Ello/eso» (o «ella/él»), el objeto que ha de conocerse.

Si la Atención Abierta se dirige al Corazón Espiritual, es decir, al sujeto que conoce o, en otras palabras, a quien realmente somos, al íntimo sentido de Existencia Pura, a la verdadera fuente de la propia atención-, entonces, aparecen las premisas de una verdadera transformación interna; cuando sujeto y objeto colapsan, se unifican en la visión de la Totalidad.

Por tanto, resulta muy natural tornar al Corazón Espiritual en el único objeto de nuestra meditación. Entonces, el Corazón Espiritual se revela a sí mismo como el sujeto que conoce, lo que realmente somos, la intimidad última de nuestro ser.

El Sentido de la Verdad

A todo gesto para el enfoque en el Corazón Espiritual, a todo paso para aproximarse a nuestra naturaleza divina, a Dios, le precede una evidencia intuitiva, un sentido de Verdad y Amor, que continúa fortaleciendo la aspiración de centrarse en el Corazón Espiritual.

Por tanto, la inmersión en el Corazón encuentra su realización natural en el florecimiento del amor y de la armonía, en estar perfectamente sintonizado/a con la Totalidad, en la comunión con Dios.

Abrirse al nivel del alma y el proceso consecutivo de estar progresivamente «lleno» de Amor Divino constituyen expresiones naturales de la conciencia del Corazón.

La felicidad y la libertad son inherentes al enfoque en el Corazón Espiritual. Permean de forma gradual cualquier tipo de práctica yóguica, así como el conjunto de nuestra vida.

En Hridaya Yoga, a medida que nos centramos en el Corazón nos abrimos y descubrimos, en primer lugar, la belleza y armonía intrínsecas de nuestro ser. A continuación, aprendemos a reconocer dicha belleza y armonía fuera de nosotros/as mismos/as. Por tanto, la propia belleza nos despierta a la conciencia de la Totalidad (en la que desaparecen «dentro» y «fuera»).

La conciencia del Corazón nos inspira a actuar en nuestra vida diaria de forma que glorifiquemos y celebremos la esencia de la vida, el trasfondo de quietud y el amor y felicidad inherentes al Corazón Espiritual.

Por otro lado, esta conciencia (que incluye Autoindagación y centramiento en el área del pecho) nos ayuda a discenir aquellas acciones que no están en armonía con nuestro Espíritu.

Confiando en el discernimiento del Corazón, conseguimos estar cada vez más en armonía con la infinita dimensión de nuestro ser. De este modo, el sufrimiento disminuye y se produce una expansión de la conciencia de belleza y esplendor de una vida que ha hallado su centro.

Cuando reposamos en el Corazón Espiritual adquirimos conciencia de que la totalidad de la vida es sagrada.

Cuanto más presente está el Corazón Espiritual en nuestras vida, más puras, más profundas y más vívidas se tornan nuestras aspiraciones y gozos. De forma espontánea reconocemos y expresamos la integridad y lo sagrado de la vida.

La celebración de la Conciencia del Corazón

La Conciencia del Corazón nos conduce a experimentar la vida como una celebración del espíritu de forma cada vez más frecuente.

Existe una diferencia esencial entre una celebración profana y una sagrada:

  • Una celebración profana está concebida para olvidarnos de nuestros miedos y preocupaciones acerca de nosotros/as mismos/as. Se trata de un tipo de trance en el que el gozo da fruto de la ceguera de la mente.
  • Durante la celebración sagrada de la práctica de Hridaya Yoga existe una conciencia vívida del Corazón Espiritual. En este caso, la felicidad del amor es la forma de celebración.

La Conciencia del Corazón nos permite alinearnos con las leyes intrínsecas de la naturaleza. Entonces, los principios y actitudes morales que se recomiendan en los códigos de normas éticas Yama y Niyama emergen de forma espontánea. Por ejemplo, ahimsa (no violencia), santosha (satisfacción) o aparigraha (no acumulación) se satisfacen de manera natural, no porque tratemos de seguir unas normas, sino como efecto inmediato, como consecuencia natural, de nuestra visión profunda de la vida, revelada a través de la Conciencia del Corazón.

Lo Desconocido se torna en Gozo Inefable

Mediante la reconexión con el Corazón Espiritual penetramos de nuevo en el flujo de la Existencia Pura. Nuestras tensiones, miedos y traumas se eliminan de forma paulatina y, de este modo, nuestro ser, en su integridad, irradia paz, fortaleza, energía sanadora y amor.

Esta paz profunda no se puede generar a través de la visualización o de un poder de voluntad individual. Se irradia trascendiendo el pensamiento y la personalidad.

Cuando somos conscientes del Corazón, aquello que se consdiera «lo desconocido» (que constituye la fuente de nuestros miedos cuando estamos atrapados en las limitaciones de la conciencia individual [en la mente discursiva]) se revela a sí mismo como una Realidad Divina inefable y se convierte en la fuente de confianza y felicidad.

Así, mediante esta inspiración, aprendemos a entrenarnos de forma incondicional.

Integración en la rutina de la vida diaria

La inmersión en el Corazón Espiritual en la meditación es una actitud que se practica de forma constante en el Yoga del Corazón Espiritual. Nos permite sentir libertad, felicidad, inmensidad e iluminación. Después de esto, nos esforzaremos por vivir la misma experiencia con los ojos abiertos.

El enfoque en el Corazón Espiritual se puede practicar fácilmente en cualquier situación y, cuando se domina, se acomoda perfectamente en nuestra vida diaria. Esta práctica y la rutina de meditación no deben perturbar la vida social del estudiante.

La práctica espiritual se puede comparar con un ensayo de danza necesario para prepararse para el espectáculo. Para planificarlo hay una serie de pasos, actitudes internas, etc., que, después, permiten que la actuación esté impregnada de naturalidad (sahaja). El espectáculo es nuestra vida y el «ensayo» es la práctica espiritual.