¿Cómo aprender a escuchar la voz del Corazón?

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Por Jacqueline Huerta

Tenía unos meses de haber regresado a casa después de mi viaje mochilero por Centro América. En él desmentí muchas cosas que creía y entraron en conflicto mis ideas y expectativas. Desidialicé una vida que me había planteado de “non-stop viajera” y vislumbré de una manera muy clara las respuestas que estaba buscando. Ahí fue donde empecé a sufrir una de las mayores transformaciones de mi vida, donde me acerqué a mi verdad y me quité capas de esa piel que ya no me servía.

Cuando volví a mi país, la parte difícil comenzaba, debía poner en práctica toda la inspiración y verdad que había recogido sobre mi. Definitivamente me estaba costando traer a la tierra lo que había aprendido en el cielo, pero aún así, continué dándole marcha al corazón como siempre lo había hecho.

Descubrí lo que realmente quería en ese momento pero ahí estaba la cabeza dándome razones para no enfrentarme al verdadero llamado de mi naturaleza, así que en algún momento de cansancio y confusión volví a pensar en irme, pero esta vez a hacer un voluntariado que había encontrado en Workaway.info y que de inmediato me interesó.

La cuestión era vivir un par de meses en un centro de yoga y meditación en Mazunte, Oaxaca. Esa fue mi idea de escape: meditar, hacer yoga y trabajar como karma yogui en el ashram. Eso quería, callar mi mente, alejar la confusión y descansar en la quietud del corazón espiritual; “¿pero otra ves irme? – pensaba… sabia que eso sólo significaría postergar las decisiones que tenía que tomar y que aún no tenía claras. Por lo tanto renuncié a la idea del voluntariado en la costa oaxaqueña y volví a enfocarme.

Tomé valor para resolverme y a pesar de las dificultades económicas que este cambio podía traerme, me mudé a la ciudad de Guanajuato para empezar de cero y presentarme nuevamente a la vida, porque esta nueva versión de mi ya no se sentía capaz de sobrevivir en el ambiente de antes. Necesitaba seguir quitando capas y pertenecer a un ambiente propicio para seguir floreciendo bajo la fuente natural de la tierra. Complacida y en completa armonía con mi decisión, empezaba esta nueva vida que quería para mi en ese momento, cargada de yoga, danza, música y amor.

-Tengo una invitación para ti, ratona- me dijo un buen día mi soul sister y me habló de un curso de yoga en la costa de Oaxaca de casi un mes. ¡Wow, veintitantos días, eso era demasiado! Yo no sabía mucho más y aún así le dije que sonaba a algo increíble y que seguro me encantaría, pero pronto recordé que tenía que revisar cómo resolver mi ausencia del mundo durante ese periodo.

Pasaron algún par de semanas y aún cuando resolví todo para poder ir, seguía pensando en el concierto de Pablo Alborán, pues tres meses antes el universo me escuchó y puso delante de mi la oportunidad de asistir al concierto de mis sueños, pero la fecha del concierto estaba sumergida dentro del lapso del curso de yoga.

Seguía sin saber mucho, no sabia de cuál escuela se trataba, ni de la dinámica de la permanencia ni absolutamente nada. Yo sólo sabía que me iría muchos días a la costa de Oaxaca a hacer yoga con mi hermanita del alma y ya con eso era más suficiente. Ella estudia en Monterrey, así que por lo regular sólo nos vemos durante las vacaciones.

Faltaba menos de una semana para irnos y hasta entonces le pedí que me pasara el nombre del ashram para darme una idea de qué iba. Una vez navegando en su web,checando el programa y los contenidos, me brillaron los ojos y el corazón, fue el momento preciso en el que hice conciencia de que esta experiencia se trataría de algo muy grande para nosotras.

Me desapegué de la idea del concierto soñado, acepté que perdería ese ticket que con trabajo e ilusión compré en primera fila, pues estaba convencida del regalo que significaría para mi este retiro en Hridaya Yoga… ¡ESPEREEEN! Hridaya Yoga, me suena familiar… ¡ES EL MISMO CENTRO AL QUE ANTES PENSÉ IRME DE VOLUNTARIA! ¡Qué regalo más grande, no podía dejar de venir a mi cabeza otra cosa que no fuera Dios!, se trataba de una manifestación más que clara de su obra y presencia.

Ya había dado el salto que necesitaba, ya estaba en Guanajuato tomando nuevos retos y reiniciando mi vida. Estando resuelta, ahora si ÉL me había vuelto a poner esta maravillosa oportunidad.

Aún me cuesta poner en palabras lo que este retiro significó para mi. Sólo puedo recordar que cuando estuve en San Juan del Sur, Nicaragua haciendo yoga, supe que la quería en mi vida. Fue ahí donde quedó una llama encendida que me llamaba completamente a acercarme más a ella.

Me ponía un poco nerviosa (si es la palabra adecuada) el hecho de que Hridaya fuera un ashram internacional y que toda la experiencia fuera en inglés. Quería absorber todo el aprendizaje y temía perderme algunos detalles debido al idioma, pero fue justo uno de esos momentos en los que te das cuenta que el corazón es más fuerte que todo. No sé de que manera, pero cuando estuve ahí, por primera vez, sentí que este segundo idioma vivía dentro de mi. No había ninguna separación entre el y yo. Fue increíble como ni siquiera sentí que estaba recibiendo conocimiento en otro idioma que naturalmente no es el mío.

Todo mi proceso durante el Módulo 1, no fue pensando, sólo estuve viviéndolo, no estaba racionalizando nada. Sólo fui como una esponja que no paraba de absorber todas las enseñanzas, sin cuestionar, sin analizar o racionalizar nada, todo lo que iba entrando lo reconocía, se sentía muy real y verdadero.

 

 

Había llegado a un lugar y a un momento de dónde me sentía ser y pertenecer. Significaba ese momento en el que toda mi experiencia y mi vida se unía perfectamente. Todo encajaba, cada pieza encontró su lugar y su sentido. Por fin estaba completamente integrada, después de tanta búsqueda, estaba aquí, mi cuerpo y mi corazón reconocían absolutamente todo. En Hridaya encontré lugar para mis pensamientos, para mi emociones, para mi corazón, para mi amor al universo. Estaba bailando de manera maravillosa, en cada práctica podía sentir cada célula de mi y la magnitud del regalo tan grande que me Dios me estaba dando. Tanta claridad, tanta libertad, tanta pureza, tanta confianza y tanto amor es difícil de explicar. Estaba entregada a Él. Su mensaje era fuerte. Completamente divino. Poco podía asimilar la sensación de bendición tan grande que caía sobre mi. Entendía el camino por el que Él quería llevarme: el camino de la verdad, del amor, del ser. Cada vez estaba más cristalino. Ya no había vuelta atrás, mi vocación, mi misión, mi llamado, mi dharma, estaba ahí completamente descubierto y yo lo estaba amando y recibiendo con el corazón abierto.

Nunca conocí seres más mágicos que los que tuve como maestros en Hridaya. En ellos habita puro corazón, no parecen ser de este planeta, sino más bien de uno donde la mente y el ego dejó de regirlos hace mucho tiempo. Se ganaron todo mi amor e inspiración. Sin exagerar esta ha sido la experiencia más transformadora que haya vivido hasta ahora.

Siento que me cortaron todos los hilos con los que estaba amarrada. Por fin me siento libre del pasado y de las expectativas del futuro. No hay espacio para el. Me parece ridículo. Cuando trato de mirar al futuro no hay nada, no existe. Estoy siendo realmente consciente de la belleza de presente.

Solté todo, existió una descarga que me hizo ver la belleza completa del momento. Estoy descansando en la simplicidad y en la quietud únicamente siendo. No hay fantasías ni deseos ni apegos a proyecciones futuristas, solo hay un completo y natural ser. Pero no quiero aferrarme de manera antinatural a esta nuevo aprendizaje , solo quiero dejarlo fluir y sentirlo sin hilos.

No hay comparaciones, no hay acciones sin corazón, no hay carencias ni ilusiones mías puestas en los demás. Yo solo soy yo, infinita y puramente presente.

Gracias, Hridaya por tanto.

 

Jacqueline es una estudiante de Hridaya Yoga.

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