Orando a la diosa Tara, la estrella guía compasiva, en medio de la confusión de nuestros tiempos
Por Sahajananda
Quizás el detalle que define nuestro tiempo no sea la guerra o la pandemia, sino el estado en que nos encontraron, a toda la humanidad. Un estado de fragilidad psicológica, de reactividad… de máxima vulnerabilidad.
En estos días escuchamos muchas opiniones e inquietudes sobre una nueva ola de pandemia, una guerra mundial, la agenda del Foro Económico Mundial, etc. Si bien es legítimo reconocer los riesgos, cuestionar e informarse y no ser ingenuos, es aún más importante concientizar el estado en que las recibimos.
A través de la conciencia de Uno Mismo, podemos deshacernos del estrés, el miedo y la ansiedad.
Ahora, quizás más que nunca, el mundo necesita nuestro coraje, nuestra verdadera humanidad, ese “corazón de león”, un valiente corazón colmado de bondad, generosidad, compasión, dedicación, confianza y Amor…
Para muchas personas, el mundo parece más una ruleta rusa, una lotería de peligros acechando por doquier: cualquier cosa puede pasarle a cualquier persona, en cualquier momento. La pandemia profundizó y estabilizó sobre todo una relación dramática con el peligro, el miedo y la muerte. Una persona ansiosa siempre está en peligro y “muere” muchas veces al día, ya que todo apunta a una incompetencia existencial, la vida misma se vuelve una amenaza.
Cuando nos abruma la ansiedad, nos perdemos. En ese estado no podemos evaluar ni ser testigos de los peligros de una manera sabia, ni siquiera razonable. Una persona frágil que vive psicológicamente de un día para el otro siempre está dispuesta a aterrorizarse a sí misma, si es que los demás no lo hacen por ella. Por lo tanto, sería inútil pedirle que use su discernimiento en tiempos de plaga o guerra.
Podemos ayudar a los demás y al mundo al estar libres de temores sobre el futuro. Como recomendó Rumi: “Aléjate de la maraña de pensamientos de miedo. Vive en silencio”.
Cuando estamos en paz, estamos demostrando confianza. Por lo tanto, nuestros pensamientos y acciones están realmente brindando Vida. Cuando confiamos en la Quietud de Uno Mismo, la gracia nos encuentra y podemos ser de ayuda a los demás.
A través de cada dificultad que enfrentamos, se nos da la oportunidad de ser bendecidos aún más por la confianza en lo inefable, el Corazón.
Esto no es optimismo, ver solo el lado positivo de las cosas, sino confianza en la sabiduría y la naturaleza compasiva de la Existencia, de la cual la diosa Tara es una expresión. Realmente no podemos orar a Tara si no confiamos y sentimos Su poder soberano en nosotros y en todo el cosmos.
La plaga de la ansiedad es más contagiosa que cualquier otro virus porque tiende a afectar nuestra confianza y nuestras meditaciones. En tal confusión, podemos llegar a olvidar el verdadero sentido de la oración.
Lo que significa orar
En la Conciencia de la Unidad, orar significa actualizar, abrazar y avivar en nuestros corazones tanto la divinidad a la que estamos orando como aquello por lo que estamos orando.
Existen dos movimientos esenciales: primero, al sumergirse en el Corazón, se vislumbra un atisbo de lo inefable, la Realidad que estamos evocando. No es externo, sino la fuente íntima de inspiración y gracia.
“Entren con entusiasmo en la cámara del tesoro que se halla en su interior y de esta forma verán la cámara del tesoro del Cielo: porque las dos son la misma, y hay una sola entrada para ambas”. –San Isaac, el Sirio
Esta Sabiduría cósmica de la compasión, Tara, no es, por supuesto, la estatua que tenemos frente a nosotros; ésta es meramente un símbolo. No podemos seguir un mapa para llegar a Ella, porque ella no está “en algún lugar”, sino en todas partes… Sin embargo, Ella se revela sólo como consecuencia de nuestra relación con Ella. Es la apertura, el espacio de confianza en nosotros lo que La evoca… Si ese espacio no es de esperanza y de fe, Ella no puede realmente revelarse…
Los ángeles, el Shambhala y los beyuls son potencialidades sagradas de nuestra alma.
Por lo tanto, aunque comienza como un anhelo y una petición, la oración es además una actualización de una Realidad cósmica interna, la fuente que irradia compasión, esperanza y Amor.
En segundo lugar, en la oración, nuestra conciencia se dirige a todos los seres sintientes que sufren, pidiendo paz, liberación, libertad y amor. Sin embargo, esa aspiración por el bienestar de los demás adquiere sentido sólo si es también una actualización en nuestro ser. En otras palabras, necesitamos confiar totalmente en lo que estamos pidiendo. Se trata de una confesión interna de fe inquebrantable de que esa transformación es completamente posible. Debe ser una verdad ya vislumbrada y sentida en nosotros mismos. Por este motivo, anticipar guerras o pandemias con nuestras preocupaciones da como resultado el sabotaje de nuestras oraciones y las de los demás por la paz.
Como Patañjali afirmaba, el sufrimiento que no ha ocurrido puede y debe evitarse.
Siempre hay una oportunidad para la libertad, ya que la conciencia de Uno Mismo es lo que nos protege de convertirnos en víctimas vulnerables de las circunstancias.
No es suficiente creer en el Corazón Espiritual, la verdadera fe es confiar en Ella en todas las expresiones de nuestra vida.
Permite que tu vida refleje la fe que tienes en el Corazón Espiritual…
Con amor,
Sahajananda